La ciudad en Siete Colinas, el lugar de nacimiento del fado, un laberinto de calles oscuras y estrechas que se remontan durante siglos, y ahora, más que alguna vez, la capital del oeste de Europa se ha hecho rápidamente uno de los más cosmopolitas.
jueves, 3 de julio de 2008
Monasterio de los Jerónimos
Continuando por la zona ribereña, llegará al que es el barrio más paradigmático en términos de patrimonio relacionado con los descubrimientos: Belém. Desde su playa partieron las naves del navegante Vasco de Gama rumbo al descubrimiento de la ruta marítima hacia la India y en todas partes se respira la grandeza del aquel imperio.
Como uno de los emblemas de la ciudad tenemos el Monasterio de los Jerónimos, mandado construir en 1501 por iniciativa del rey D. Manuel I y que sólo se concluiría cien años más tarde. Erigido en la grandiosa Plaza del Imperio, el monumento integra elementos arquitectónicos y decorativos del gótico tardío y del renacimiento, constituyéndose como uno de los más bellos y grandiosos monumentos de la capital.
A estos elementos arquitectónicos se unieron motivos regios, religiosos, naturalistas y náuticos, fundándose un edificio considerado la joya del estilo manuelino, exclusivamente portugués. La excelencia arquitectónica es evidente, y ha sido reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Foto: noniq
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